La poderosa fórmula

 

Por Alberto Montiel Casas  
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¿Alrededor de qué idea nos unimos? ¿Cuál es nuestro objetivo? ¿Por qué lo hacemos?

Aunque -evidentemente- cada persona tiene motivaciones muy diversas y una visión basada en su experiencia, actitud, profesión, estudios, lecturas, entorno y circunstancias en general, podríamos decir que nos hemos reunido alrededor de una idea concreta. 

Es esta: creemos que hay realmente formas mejores de lograr prosperidad y justicia social (y todo eso que podría hacer del mundo un lugar mejor para casi todos, y no solo para una minoría) y que puede llevarse a cabo con acciones concretas, incidiendo en la sociedad mediante ciertos proyectos que valen la pena incluso para aquellos que probablemente ni oigan hablar de nosotros ni de los proyectos. También sabemos que no será fácil llevarlos a la realidad, pero aún así lo queremos hacer; además, hemos encontrado la fórmula y la vamos a poner a prueba.

La fórmula es un delicado equilibrio entre análisis de la viabilidad, intuición sobre la necesidad, excelencia en la gestión y financiación suficiente, para que estas grandes ideas sean no sólo rentables sino beneficiosas para la sociedad en su conjunto. 
Podemos disponer de los medios, solo falta añadir un poco más de orden (información) y el resultado estará a nuestro alcance.

Por supuesto, es normal plantearse la omnipresente objeción de la escasez de capital.
Sin embargo, el dinero es una forma más de energía, y sobre éste existe el mismo malentendido que sobre la energía misma: su supuesta escasez, que es la percepción creada por una distribución muy desigual y un uso ineficaz. Pero  el dinero, como la energía, es mucho más abundante que el conocimiento útil; la información es orden en potencia (el fundamento de la civilización -¡y de la vida misma! -, que se oponen -inteligentemente- a la entropía). Seamos, por tanto, conscientes de nuestro gran poder; y de que todo gran poder acarrea una gran responsabilidad.

Las voluntades, motivaciones y aspiraciones son el jinete que nos puede dirigir hacia la realización de los más ambiciosos proyectos. Pero sólo si somos capaces de unirlas a las de compañeros de viaje igual de honestos, motivados y talentosos. 
Creo que ya estamos en el buen camino (la suerte y las musas me lo confirmaman). 
Quizá en el caos se esconde un sentido del destino, o quizá no; pero nosotros no podemos evitar posicionarnos.